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lgomezmeca15Hace hacía 8 años que no veo veía a mi padre Se activa todo. De repente, una consciencia de una memoria agujereada me hace buscar mi sitio, el suyo. “Dejamos de llamarnos” ya no es un buen refugio. No quería seguir con explicaciones torpes y rebeldes cuando alguna conversación inicial me llevaba a establecerle en un punto geográfico con nombre de vegetal. Ajo.  En noviembre tecleo su nombre. Ahí está, Juan José Gómez Sanz, con su presente. Un perfil, 78 amigos, 8 actualizaciones, 7 fotos.  Una nueva relación fraternal creada dentro de una carpeta en mi ordenador. Primero Juanjo, luego GÓMEZ. Capturas, descargas; acumulación. Posibles identidades, camufladas, luego expuestas. Viajes y más acumulación. Un corcho. Una pared llena. Una caja en una mudanza. Dos paredes. Una habitación.  Y cuando tomo distancia, Gómez forma una colección exhaustiva de elementos que nos sientan en un cara a cara de rasgos y rastros biológicos que asumimos.“Tu y yo somos iguales pero no pensamos igual.” Y cuando tomo distancia, Gómez es un proceso; sobretodo es un proceso. Son invasiones, inocentes sabotajes, que me llevan, aún, a pasear inestable por los límites de su privacidad y de mi memoria.