Pakita Clamores

Sara nació en Avilés, hace seis años que vive en Madrid, y pone amor del bueno en todo lo que hace.

Visitamos su casa un martes 13 en el que parece que todo está saliendo torcido, pero al entrar los colores vivos y las cosas bonitas nos tranquilizan. Allí nada puede ir mal. Foofy, su adorable gato, nos recibe en la entrada y Sara nos cuenta que su nombre es un homenaje al grupo de música Foo Fighters e, inmediatamente después, surge la pregunta: ¿por qué Pakita Clamores?. «Me gusta mucho el tema del folclore, me encantaba Lola Flores, y buscaba un nombre de folclórica. La mejor amiga de mi abuela se llama Paquita y después vino el Clamores, pensé que quedaban bien juntos. Me dicen que tengo cara de Lola, mi madre siempre dice que se confundió poniéndome a mí Sara y a mi hermana Lola, que debía haber sido al revés», dice entre risas.

Tras estudiar Historia del Arte, Sara cursó un Master en Tasación de Obras de Arte y se mudó a Brighton, donde vivió una temporada estudiando inglés pero el clima, entre otras cosas, hizo que volviese a España. Llegó a Madrid y trabajó en tiendas de ropa pero, poco después, su marca nació. Comenzó haciendo collares y pintando directamente en bolsas de tela. Un día dos amigas suyas le animaron a plasmar sus diseños en camisetas, confiesa que tenía miedo, que pensaba que nadie más que ellas querrían comprar algo suyo, pero se sorprendió. Lo que hacía gustaba, y se lanzó de lleno. Tras los bolsos y las camisetas vinieron sudaderas, cojines, láminas, calendarios…

Siempre realiza sus bocetos en papel y, después, los pasa a digital. Guarda en una carpeta su primer dibujo y sonríe al enseñárnoslo.

Hoy en día cuenta con clientes fieles y casi 26.000 seguidores en su cuenta de Instagram, plataforma que confiesa haberle sido de gran ayuda. La interacción con la gente y la libertad creativa han ayudado mucho a posicionar su marca. Además también trabaja en colaboración con otras marcas creando diseños propios.

Asturias y su amor por el mar son evidentes en sus obras, también le inspiran los tatuajes y, sobre todo, viajar. «Cuando viajas ves caras nuevas, todo es distinto. Siempre vuelvo con las pilas cargadas y con diseños en la cabeza».

Su familia, sobre todo su madre (profesora de cerámica), siempre la apoyó en este viaje. Nos cuenta que, de no haber sido artista, trabajaría en una librería o en una floristería rodeada de cosas bonitas. Le pedimos que nos recomiende un libro y sin dudarlo responde «Brooklyn Follies, de Paul Auster. Es uno de los últimos que he leído y me ha encantado».

Nos habla con pasión de la Bauhaus, de artistas como Paul Kleen o Kandinsky, y sueña con, algún día, poder exponer su obra en Londres. «Es una ciudad llena de museos, de salas de exposiciones y con una amplia oferta cultural, la visito cada año y cada vez que voy me gusta más. Si no fuese tan cara…». También guarda en un rinconcito de su corazón a Frida Kahlo, aunque como ella misma nos dice tiene «una relación de amor-odio con ella». Piensa que la han convertido en una cara demasiado comercial y que su esencia se ha perdido por el camino, aún así le apasiona su historia y su trabajo. No podríamos estar más de acuerdo con ella.

Gracias Sara (¡y gracias, Foofy!) por abrirnos las puertas de tu casa. Te deseamos toda la suerte del mundo, aunque estamos seguros de que no la necesitarás.

Texto y fotos por Laura Peláez.